Lugo, (Lucus Augusti)

Mi ciudad natal, la más antigua de Galicia y de origen romano, con una impresionante muralla: única en el mundo ya que conserva todo su perímetro, mide más de 2 km y con 10 puertas de acceso fue declarada patrimonio de la Humanidad en el 2000.


Es obligado caminar por lo alto y detenerse a contemplar las vistas o la arquitectura del casco histórico, o pararse en cualquiera de sus torres para sentirse un poco romano, muchos lucenses aprovechan para correr por sus alturas, pero sobre todo la entrada a la misma por la puerta de Santiago es majestuosa al encontrarse de frente con la imponente Catedral de Santa María.



Y una vez en el interior de murallas hay que recorrer la ciudad: 

La hermosa Catedral con nave románica y una serie de capillas como la que alberga a Nosa Señora dos Ollos Grandes, barroca y del autor de la fachada del obradoiro de la catedral compostelana. Frente a ella el Palacio Episcopal.


Dirigirse a la Plaza Mayor, que tiene forma rectangular con el Palacio municipal al frente y el Círculo de las Artes en un lateral, es uno de los centros neurálgicos de la ciudad, sobre todo por las mañanas cuando las sublimes cafeterías del lateral soportalado están repletas de clientes que aprovechan para el café, leer la prensa y catar unos dulces. Se cree que en esta plaza habría estado ubicdo el anfiteatro en tiempos romanos.


Podemos callejear hasta el mercado, pasando por santo domingo y un poco más abajo el Museo Provincial, situado en un antiguo convento.
























A partir de aquí hay que perderse por la rúa Nova de regreso en dirección a la Catedral, y disfrutar de los rincones que ofrece Lugo en la soledad de la mañana o primera hora de la tarde.




















Y ya sobre las ocho, si hay suficiente coraje, realizar una parada en cada una de las tabernas y bares que encontrarás por esta zona de vinos, acompañados de sus tapas correspondientes, ¡hasta que el cuerpo aguante!.

Para acabar en los adoquines de Plaza do Campo,  porticada y de forma triangular, con una fuente barroca en el centro de cuyos caños salió vino tinto en alguna fiesta del San Froilán, para mí uno de los rincones más bellos de la ciudad y quizás el corazón de la misma, dónde los vinos y el rumor del tumulto se confunden con la noche.



Para disfrutar de esta bimilenaria ciudad hay que perderse por sus calles, contemplar otras vistas de la Catedral, y acabar con la visita a las termas y el puente romano a orillas del Miño.






Por supuesto nadie debería perderse su fiesta patronal, el San Froilán que se celebra sobre el 12 de octubre, con una semana de fiestas, para degustar no sólo el mejor 'pulpo a feira' en las casetas, sino las numerosas atracciones  y conciertos gratuitos.



Y escalando cada año más posiciones, sobre mediados de junio, el Arde Lucus que revive el pasado romano y castrexo de la ciudad, dónde los lugueses se caracterizan con las vestimentas de la época.

Además podrás encontrar batallas entre celtas y romanos, lucha de gladiadores, bodas celtas, un circo romano… y los  desfiles que recorren esta maravillosa ciudad.

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