Navarra

Este fin de semana largo nos vamos de ruta en coche por Navarra, aunque comenzaremos nuestra primera paradita en uno de los lugares emblemáticos de la Hoya de Huesca, los Mallos de Riglos ya que nuestros acompañantes no lo conocen, podréis disfrutar de ellos en uno de nuestros anteriores post.  Entre el madrugón y un viento helado que nos deja la cara congelada, no podemos más que buscar para tomar un café caliente, todo está cerrado en el pueblo menos el refugio de Riglos dónde tomamos un desayuno con tortilla buenísimo.
Hace dos semanas hubo grandes nevadas, y este mes de noviembre está resultando bastante frío, llevamos hasta guantes. Pretendíamos subir el Valle del Roncal  y después dormir en el siguiente valle, pero nos cuentan que la carretera de Isaba hacia Ochagavía no está transitable, hay nieve y mucha helada. Nos dirigimos hacia la Foz de Arbayún para contemplarla en todo su esplendor desde el mirador: una maravilla de la naturaleza con una gama de ocres espectaculares con el otoño. 

Vamos haciendo paradas por los bonitos pueblos del Valle de Salazar, la nieve cada vez tiene más presencia hasta llegar a Ochagavía, dónde sus tejados empinados y sus calles empedradas aún están cubiertos, podemos contemplar un fantástico paisaje integrado en un frondoso valle. Antes de cenar subimos hasta la frontera con Francia y el puerto de Larrau está cerrado, la carretera que va al Roncal abierta pero con mucho hielo y niebla y ya está anocheciendo como para aventurarnos por ella.

Al día siguiente, volvemos a Ezcároz para coger la carretera hacia Irati, puesto que la entrada desde Ochagavía no está accesible. Visitamos algunos bonitos pueblos que parecen de postal como Jaurrieta y disfrutamos como niños del paisaje nevado.

En Aribe hay que coger el desvío hacia Orbaiceta, para los que no hayáis estado id a visitar la vieja fábrica. Nnosotros vamos directos a la entrada de la Selva de Irati: no deja nunca de sorprendernos el hermoso paisaje y sobre todo el espléndido otoño en el segundo hayedo más extenso de Europa, después de la Selva Negra. Dejamos el coche en el aparcamiento del embalse y nos calzamos botas y capotes puesto que no para de llover. Poder marchar en solitario y fotografiar este hermoso lugar es un regalo para todos, aunque la vuelta al lago por el bosque también la dejaremos para otro momento, el camino está enfangado bajo las hojas caídas y la lluvia no da tregua.


Regresamos por el mismo lugar y nos dirigimos a Roncesvalles, tan conocido por su colegiata y de dónde parte el camino de Santiago. Hay mucha nieve, está muy nublado y hace mucho frío, aún así hacemos una pequeña vuelta a pie para visitarlo. 

Desde aquí nos adentramos en Francia, con un sol espectacular nada más comenzar a bajar el puerto, para ver el bonito pueblo de Saint Jean Pied de Port: el viejo puente, la empedrada y empinada calle Citadelle con un precioso color rosado y una vueltecita por su muralla que ofrece maravillosas vistas. Está lleno de albergues para peregrinos puesto que realmente es 'el principio del camino' francés (la friolera de 800km).

Cruzamos de Francia al valle de Baztán y todavía nos da tiempo a parar en Maya aunque no acercarnos a la cueva de Zugarramurdi, conocida por la celebración de los míticos 'akelarres'. Vale la pena visitar esa impresionante Cavidad cárstica rodeada de verde, ¡realmente se trata de un lugar mágico!.

Llegamos para cenar a Elizondo con sus majestuosos caseríos, sus escudos nobiliarios, sus palacios, y con un bonito ambiente en sus terrazas. Además, en un corto paseo podéis llegar hasta Elbete, dónde solía venir a veranear Valle Inclán.

El tercer día de nuestro recorrido nos lleva hasta Pamplona, hay un aparcamiento gratuito cerquita del ascensor urbano de Descalzos y en un momentito estaréis en el casco histórico. Cómo no, hay que dedicarse a callejear: seguir el recorrido del encierro, derrapando en la curva de la Estafeta, para llegar a la plaza de toros; ver la catedral de interior gótico; sentarse en la preciosa Plaza del Castillo, icono de la ciudad, o más bien resguardarse de la lluvia bajo la cúpula del 'Kiosko' que se encuentra en el centro de la plaza. Abortamos el paseo por la Ciudadela para no terminar calados y acabamos nuestra visita en la barra del bar, con riquísimas tapas que prácticamente confeccionan todos los bares, mires por dónde mires es toda una exposición gastronómica.



Nuestra idea de hacer la ruta por la Foz de Lumbier tenemos que descartarla por el fangal que puede haberse creado después de dos días de lluvia, así que hay cambio de planes: nos dirigimos a ver el imponente castillo de Javier, de torres almenadas, mazmorras y puente levadizo incluido en una gran explanada. Muy cerquita se encuentra el Monasterio de Leyre rodeado de una exuberante naturaleza y el atractivo de los cantos gregorianos de sus monjes benedictinos. Y en pocos kilómetros nos colocamos en Sangüesa, monumental y jacobea, con una bonita iglesia románica.

El último día, ya en la provincia de Zaragoza y perteneciente a las famosas cinco villas, un impresionante pueblo medieval catalogado entre los pueblos más bonitos de España: Sos del Rey Católico, dónde nació Fernando el Católico y para nosotros uno de los mejores conservados. ¡Vale la pena recorrerlo durante toda la mañana aunque sea bajo una lluvia incesante!. En el camino de vuelta aún tenemos tiempo para hacer una corta visita a Uncastillo y finalmente detenernos en el castillo románico mejor conservado de Europa: Castillo de Loarre, su excelente conservación, su ubicación sobre una roca y su fantástica muralla sorprende desde la lejanía.

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